LOS CUATRO ACUERDOS, parte dos.

Aquí estamos otra vez con esta maravilla de libro que nos invita a mirarnos, a conocernos un poco más a nosotros mismos, siempre en busca de la plenitud y el bienestar.

El primer acuerdo, lo recordamos: SÉ IMPECABLE CON LAS PALABRAS. ¿Qué tal te ha ido practicando el primero?…

Es una tarea diaria y para siempre, pero se va notando esa paz, ese estado de gracia.

El segundo acuerdo dice: NO TE TOMES NADA PERSONALMENTE. Parece obvio que todo no tiene que ver con nosotros, pero no lo es. Nuestro ego es muy fuerte y siempre cree que lo que sucede fuera es un ataque. Teme por su subsistencia y generalmente estamos a la defensiva y contraatacamos a la primera de cambio.

Si conseguimos NO TOMARNOS TODO lo que sucede, lo que hacen o dicen, COMO ALGO PERSONAL, seremos más libres y estaremos a salvo del rum rum mental. Yo noto que cuando paso mucho tiempo vibrando en el miedo, entro en este estado de estar a la defensiva y con el rum rum mental. Cuando, por el contrario, comienzo a elevar mi frecuencia al amor, no pienso que todo es para o contra mí, o por mí, sino que es algo que está ahí. A lo sumo, si sospecho que puede ser contra mí, pregunto. Como Robert De Niro en Taxi driver, “You talkin´ to me?”… Algo así. Pero, reconozco que todas las influencias del mundo empujan para que vibremos en el miedo más y más, y cuesta mucho mantenerse a flote. O más bien, volver a la buena senda.

Si pensamos que no es contra mí, sino que es lo que piensa o dice otro ser con sus problemas y creencias, sus filtros, que son distintos a los míos, será más fácil. RELATIVIZAR, digamos, como haría Albert Einstein.

Lo encuentro endemoniadamente difícil, sobre todo porque, si a alguien le dices “No entiendo lo que me dices, yo no lo veo así, me parece una reacción desmedida, deja que te explique mi línea de pensamiento de por qué lo hice así, o asá, lo más probable es que, el otro, que está tan aturullado como tú o peor, no entenderá, se pondrá a la defensiva y te repetirá una y mil veces lo mismo. Suele ser frustrante también. No debería ser tan difícil comunicarnos, ¿no?

Cuando me encuentro en estas situaciones, intento recordar la enseñanza del YO SOY. Yo soy. Nada real puede ser amenazado, nada irreal existe, en eso reside la paz de Dios. Extraído de UN CURSO DE MILAGROS. Me lo tengo que repetir como un mantra. Para acordarme. Recordar que mi esencia no cambia, aunque me traten mal, me hablen mal, piensen mal de mí, o me hagan daño. Yo soy y sigo siendo. Me lo tatué y todo y aún así me lo olvido por momentos. Pero bueno, sin machacarnos, que a veces simplemente estamos más flojitas o flojitos. Paciencia.

Es verdad que a veces resulta difícil inmunizarse, porque el otro insiste, porque es su manera de chupar energía. Y tú, indefectiblemente, no puedes protegerte más y caes. Pero, repite el mantra: yo soy. Si ERES, no puedes ser amenazado. Lo ideal sería poder hablarlo con la otra persona. Si algo te molesta, sería bueno buscar el espacio apropiado y expresarlo claramente desde tu perspectiva (apoderándote de tu comunicación, no echando culpas a los demás). Pero a veces, simplemente, y lamentablemente, esto no es posible, porque tu interlocutor está cerrado a esta posibilidad. En este caso, sólo se puede mandar luz, y pasar página.

Te invito a practicar esto, conmigo. Para mí, lo escribo y es un recordatorio. Me viene fenomenal. Si tomamos consciencia sobre esto, podremos ponerlo en práctica, casi siempre.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *