Hasta hace poco, siempre había trabajado mi mente desde un punto de vista intelectual. El cole, la universidad, el TOC que tengo por contarlo todo (cuento los actores o músicos sobre un escenario, las paradas que me faltan por llegar cuando voy en subte (o metro), las personas que han venido a clase de yoga, etc), lectura, crucigramas, Big Boggle (mi juego favorito), etc. Cierto es que desde muy jovencita llegaron a mí libros de desarrollo personal, pero los encaré del mismo modo, como algo académico (subrayar, hacer resúmenes, cuadros sinópticos -otro TOC-), así que no fue hasta mucho después que comprendí el trabajo de la educación emocional que hay que hacer(se) y el hecho de entrenar la mente para crear mi realidad. Así que sí, la mente también se puede entrenar.
Si cada tanto actualizas una App del teléfono celular o móvil, o el sistema operativo de la computadora u ordenador, ¿por qué “diantres” no actualizamos nuestro sistema operativo? (me gusta usar palabras raras, diantres está un poco abandonada) Seguimos funcionando toda la vida con nuestros programitas, nuestros hábitos, nuestras creencias, nuestras rutinas, nuestra zona de confort, porque afuera, están los monstruos ¡que nos van a comer vivos! … ¡Oooohhhhhh!!!!
Si una creencia te limita, ya no te sirve: es un virus. Estamos llenos de troyanos. Sé un “cyber detective” por una vez, detéctalas y dales muerte, ¡a la papelera! Lo peor que puede pasarte es que te hagas más grande 🙂
Así que, además de ponernos en forma por dentro y por fuera, muscularmente hablando, y además de oxigenar nuestro cuerpo a tope y activar el sistema linfático (¡eliminación de toxinas!), te insto a que revises tu mente también y te desintoxiques. Te encontrarás mucho más livian@.
Puedo recomendarte varios libros y caminos en este sentido. Lo que más me ha ayudado a mí: “Supercoaching” de Raimon Samsó, y “Los Tres Principios” -junto con su taller de Claridad, cabe aclarar, valga la redundancia- de Sydney Banks.
Y “Piense y hágase rico” de Napoleon Hill es un MUST. No te asustes; la palabra “rico” no sé por qué tiene una connotación negativa. Otra creencia limitante que descubrí en mi cabeza. Hablamos de riqueza en todas sus formas, no el típico personaje de la tele, el malo de la película, que está en una casa oscura contando billetes y emitiendo risas diabólicas. Ése no (cualquier parecido con la realidad política y mediática es mera coincidencia).